Las enfermedades neurodegenerativas en el debate evolutivo
Las enfermedades neurodegenerativas afectan a la edad adulta en momentos postreproductivos, pero pueden tener importantes repercusiones en la evolución de nuestra especie. El objeto de la evolución es controvertido: a modo sintĆ©tico y escueto, segĆŗn Darwin es el individuo y segĆŗn Richard Dawkins es el propio gen. En todos los casos el agente evolutivo es la Selección Natural que incidiendo en ellos y a modo de mano invisible de Adam Smith, alcanza a explicar la formación de todos los taxones de los seres vivos. Ambas hipótesis suponen una evolución continua y lenta, gradual, paso a paso, casi imperceptible, una ā€œmicroevoluciónā€. Ambas suponen un cambio lento de las frecuencias gĆ©nicas segĆŗn un desarrollo matemĆ”tico clĆ”sico de genĆ©tica de poblaciones (R. A. Fisher), en tĆ©rminos de ā€œeficacia o aptitud biológicaā€ (fitness) de los genotipos (individuos, Darwin) o de los genes (Dawkins, cf. el gen egoĆ­sta). Ambas hipótesis explican mal la longevidad post‐reproductiva de nuestra especie, que cuadrarĆ­a con un escenario cultural encaminado al cuidado y servicio de la prole o de grupos humanos mĆ”s extensos (Āætribu? ĀæNación? ĀæEspecie?). Tampoco explican bien las conductas altruistas (cf. Hamilton) ni la imperfección de las series del registro fósil. Alternativamente Stephen J. Gould, como principal exponente, propone una Selección Natural que incide a la vez e interactivamente en varios objetos situados a varios niveles: genes, individuos, especies e incluso taxones superiores. Tal enfoque supone una evolución ā€œa saltosā€, con momentos cortos (puntuales) de gran cambio (crisis) seguidos de largos perĆ­odos de estabilidad (estasis): la teorĆ­a del ā€œequilibrio puntuadoā€. Aunque adolece de un desarrollo matemĆ”tico detallado, encaja mejor con las discontinuidades del registro fósil, la prolongación de la vida tras la reproducción y las conductas altruistas. Se tratarĆ­a de una evolución ā€œpor crisisā€ o ā€œmacro‐evolutivaā€, seguida de una estabilidad micro‐evolutiva con pocos cambios. Existe una analogĆ­a con la evolución de la historia, de la economĆ­a o de la cultura humana en general: una transmisión de información sujeta a perĆ­odos de ā€œcrisisā€ o de ā€œcambios de Paradigmasā€, tal como proponĆ­a Thomas Kuhn en su ā€œEstructura de las Revoluciones CientĆ­ficasā€. En unos casos se transmite una información ā€œgenĆ©ticaā€ (DNA, RNA) y en otros ā€œculturalā€. En resumidas cuentas, la evolución acumula información, se complica, sofistica y enfoca (pseudo‐predice) el futuro de forma teleonómica (J. Monod, el Azar y la Necesidad); pero no necesariamente teleológica (teleologĆ­a interna, Lamarck; teleologĆ­a externa ā€œDivinaā€, creacionismo o diseƱo inteligente) (cf. Je n'avais pas besoin de cette hypothĆØse... Si cette hipothĆØse explique tout, elle ne permet de prĆ©dire rien… Pierre‐Simon de Laplace). Kuhn y Darwin coinciden: podemos conocer el ā€œdesde dónde venimosā€; pero no el ā€œhacia dónde vamosā€. Por Ćŗltimo podemos contar con otro agente evolutivo: el azar (o el caos) (cf. deriva genĆ©tica). SegĆŗn unos es protagonista principal (Kimura, neutralistas) mientras para otros, los mĆ”s, es meramente accesorio. Las enfermedades neurodegenerativas inciden en edades avanzadas cuya función es cuidar amplios acervos genĆ©ticos, de los propios descendientes o de mucho mayor alcance poblacional, pudiendo llegar a toda la especie humana (cf. Stephen Hawking, con esclerosis lateral amiotrófica).

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