ĀæInmunovigilancia o inmunoedición del cĆ”ncer? JosĆ© R. Regueiro La inmunidad evolucionó para defendernos de ciertas infecciones y al mismo tiempo respetar la microbiota simbionte, pero Āænos protege frente a tumores? Este segundo papel, llamado inmunovigilancia, fracasa cuando vence el cĆ”ncer, que por tanto serĆa una inmunodeficiencia. Como las infecciones, deberĆa ser susceptible de inmunoprofilaxis y de inmunoterapia. Sin embargo la inmunovigilancia es todavĆa una teorĆa. De hecho la inmunoprofilaxis y la inmunoterapia antitumorales actuales no la apoyan. AsĆ, la vacuna del papiloma no es antitumoral, sino que protege de un oncopatógeno que sólo despuĆ©s de mucho tiempo y en algunos casos impredeci-bles causa cĆ”ncer. Dos estrategias de inmunoterapia antitumoral con anticuerpos monoclonales destacan por su efectividad: la pasiva (como el anti-CD20) y la activa, que interfiere con la inhibición del linfocito T (como el anti-CTLA-4). Pero en ambos casos se interfiere con la autotolerancia y se causa autoinmunidad, y en ninguno se identifica realmente al tumor, como predice la inmunovigilancia. La tozuda realidad es que la evolución tumoral es ciega y acumula cambios genĆ©ticos al azar que sólo el control celular intrĆnseco, la apoptosis inducida o los antimitóticos pueden parar. En algunos casos puede producirse su inmunoedición, pero sólo para seleccionar variantes tumorales que, por azar y si existen seƱales adicionales de peligro, caen dentro de las competencias de la inmunidad. |